Irreverencias de un pasado
incierto, suplicas de piedad que caen en abismos de interminable
gravedad, en los que la mente se confunde con el instinto. Una
revelación de luz, un desolador reflejo de opaco metal y la
miserable sensación de vacuidad en el alma. Reflejo rutinario de
inefable progresividad. Incertidumbre de un minuto que no cesa de
alejarse, que no se termina.
Asco, reiteración de la
salida de ese sol, del mismo día, de la misma hora, que una y otra
vez me torturan y me sumergen en la más profunda de las fosas de mi
conciencia. Impaciencia de cambio. Ideas que se pierden en la
mediocridad de la rígida estructura. Insolencia de un no sé, la
reputa madre, ¿qué es lo que no sabés?.
Estoy agotado, sin fuerzas,
idiotizado si se prefiere, hastiado de no hacer más que quejarme de
lo que no tengo y no hacer nada para obtenerlo, estoy harto de ser
ese maldito payaso triste, que regala sonrisas mientras destila
lágrimas, lágrimas que se decantan en esa histeria que causa,
inevitablemente, el aburrimiento.
~Enerone
~Enerone
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