miércoles, 24 de junio de 2015

Cuando un amigo se va


...Cuando un amigo se va queda un espacio vacío, dice una vieja canción, que en sus penas llora la desaparición de un ser que logró que dejáramos por un segundo nuestra egoísta humanidad, porque en realidad eso es lo que genera la amistad, ese sentimiento que va más allá de nuestra naturaleza y nos obliga inexplicablemente a compartir, nos ayuda a liberar nuestras penurias y alegrías ante otra persona.

Un amigo es ese confidente que a modo de hermano, nos da esa mano incondicional, en esos momentos en que justo la necesitamos. Es ese personaje que puede hacernos reír y emocionar hasta las lágrimas. Es ante todo nuestro par, a quién podemos tratar de igual a igual y sin tabúes ni miedos podemos preguntar, ya que de todos modos, está en la misma que nosotros.

Un mate frente a un fogón, cantando canciones tontas, contando chistes verdes, o hablando de mujeres, de experiencias, de nuestros miedos y complejos. Compartir el último pucho que queda en la caja, el último sorbo de birra, palabras que sólo necesitan una mirada para entenderse, una palmada en el hombro, un oído paciente y una voz sincera que transporta en su melodía un consejo desinteresado, una llamada a las tres de la mañana y alguien que nos contesta y nos saca de nuestra desesperación, un compañero de ilusiones, un loco que se atreve a volar en nuestras fantasías de colores que no llegarán a ser más de lo que son. Ese amigo que siempre estará en la buenas y en las malas, esa persona que aunque hallamos cagado es capaz de olvidar los rencores y reconocer un mal momento.

Un compinche de aventuras, un ser que si deja de estar ahí porque el destino se lo lleva, arrancará de nuestro pecho un trozo de nuestra alma, y nos dejará en una lágrima desconsolada un hueco en el espíritu, una tenue melodía que en la lejanía sabrá decir, cuando un amigo se va deja un espacio vacío... 

~Enerone 

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