miércoles, 22 de julio de 2015

La muerte es una mujer rubia


Allí me encontraba sobre el lecho, despierto, dormido, quizás moribundo, entregado a la tiranía de mi más pura somnolencia.

Pude ver el cómo entre neblinas y gotas de sudor la puerta se abrió, mi corazón se detuvo por un momento, o dos, ¿quién era?, ¿qué quería?, pregunté sin siquiera abrir la boca. Y allí estaba majestuosa, sus rubios cabellos contorneaban su cadera, sus ojos sólo penetraban en mi mente, el profundo azul de su mirada me embebía en maravillosas pesadillas de lujuria. ¿Quién era? seguía preguntando, mientras ella no hacia más que acercarse, su figura resaltada en seda negra me permitía ver sus redondeados senos, mi mente parecía estallar, ¿qué estaba haciendo?, en un instante, se montó sobre mi y comenzó a hacerme el amor, no podía creer lo que sentía, mi cuerpo estaba frío pero aun así sudaba. Sus movimientos eran perfectos, como si me conociera de toda la vida. Y así llegó el final y cayó rendida sobre mí, giré su rostro e intenté besarla, pero no lo permitió. Me volvió a mirar, y con una suave voz me dijo.- aún no es tiempo, pero ya llegará el día en que te unas a mí por siempre.-,  ¿quién sos?, volví a preguntar, ella se levantó, tiró su cabello hacia atrás y mientras se alejaba suavemente me dijo, no soy más que tu propia muerte.

En ese mínimo segundo mis ojos se abrieron y pude ver el rostro del desesperado cirujano que acababa de salvarme. Y desde ese instante soy feliz y ya no temo a ese momento porque será el día que me toque volver a bailar con la hermosa dama de negro.

~Enerone

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