viernes, 10 de julio de 2015

Pobres Almas



Los llantos resonaban en un derruido edificio, las lágrimas del cielo bañaban la acera, el viento, tempestuoso, azotaba los antiguos ladrillos. 
Y un cuerpo se arrastraba por sus sombras. Un relámpago, iluminó el lugar, era un viejo, sus llantos de dolor erizaban la piel, y en sus ojos yacía la oscuridad de la ceguera. Andrajoso y medio muerto por el frío se arrastraba hacia quién sabe dónde. Hacia su muerte quizás. Pero sus llantos no eran los únicos, y otro relámpago encendió la noche, dejando ver a un pequeño crío envuelto en su manta, sólo, absolutamente sólo. El viejo se arrastró hacia él y lo tomó en sus brazos, trato de acunarlo, pero al notar que su berrinche no paraba, lo acompañó y también se puso a llorar, un llanto sin lágrimas. Más tarde, el silencio los invadió y mientras el bebe dormía, el viejo le contó historias de su vida, historias de voces, ya que sus ya muertos ojos no recordaban imágenes. Pero el silencio les volvió a mostrar su rostro, nada alteraba el claro sonido, salvo el último respiro de dos almas que juntas vivieron el ocaso de la miseria. 

El amanecer coronado por el sol rompiendo un techo de nubes, dio vida a un lugar que jamás la tuvo, o si, pero no hubo remedio porque el destino decidió que ese bebe no habría de conocer la vida y que ese viejo ya había vivido demasiado.

~Enerone

No hay comentarios.:

Publicar un comentario