Sí soy gordo, y con eso, ¿que
problema hay?, ¿insulto tu mirada por serlo?, si es así no tenés
porque mirarme, esos fueron mis pensamientos durante mucho tiempo,
pero al llegar a la secundaria, todo comenzó a cambiar, porque
saliendo de los problemas de mi casa empecé a tenerlos en el
colegio, recuerdo que me sentí atraído por una chica y al acercarme
fui rechazado por estar fuera de los cánones impuestos por la
sociedad sobre lo que es una persona linda. Luego de ese rechazo caí
en un severo poso depresivo, comencé a evitar el acercarme a la
gente, ya que me consideraba menos. Y de a poco perdí interés por
la comida, comencé a adelgazar, y aun así seguía sin acercarme,
poniendo como pretexto frente a mi timidez, mi gordura. Día a día
podía ver en televisión, gente flaca, avisos publicitarios en los
que el éxito pasaba por la belleza física. Y así me convencí de
que lo mas importante era el envase, y me envolví en una lucha
contra mi propio cuerpo, todo esto denotaba una falta de autoestima
absoluta, me había dejado llevar por las masas. De modo que mi plan
era ser mejor, me pasaba todo el día haciendo ejercicio, y como
generalmente comía en mi cuarto, y ya no podía seguir sin comer
ante los ojos de mis padres, comencé a llevarme una bolsita donde
ponía la comida para después tirarla en la calle. Los tenía
engañados, no iban a poder contra mis ansias de entrar en la
sociedad, y sí, comencé a adelgazar, pero de todos modos me seguía
viendo gordo. Al tiempo, luego de los ataques de aceleración, mis
estados de ánimo se empezaron a hacer cambiantes, mi vida jugaba
entre la depresión y la histeria, mi sentido común se había ido al
tacho y todo me costaba más, pero no era consiente. Al tiempo, mi
cuerpo estaba realmente venido abajo, mi pelo comenzó a caerse, y
mis padres advirtieron que algo andaba mal.
Un día, en el colegio me
desmayé, días después, desperté en una cama de hospital con un
cuadro severo de anemia, estaba 20 kilos por debajo de mi peso, y
contra mi voluntad me metieron en una prisión donde nada me
permitían hacer, era una tortura estaban todos en mi contra, no
deseaban mi bien, me hacían comer, y no me dejaban hacer deporte.
¿Qué había hecho yo para merecer esto?, tenía que escapar, y lo
hice, pero en la calle volví a desmayarme y me encontraron,
encerrándome una vez más, manteniéndome sedado. Y así, sufrí y
sufrí por lo que me estaban haciendo, no quería ver a mis padres,
no quería ver a nadie, no me permitían tener espejos, pero yo sabía
que me estaban engordando, de modo que encontré la forma de
defenderme, luego de comer iba y vomitaba, cosa que no duró porque
cuando se enterraron, terminaron atándome. Ahí no me quedó otra
que comer, y de apoco mi cuerpo se fue restableciendo, y con él mi
mente, cuando salí de la internación comencé a asistir a un grupo
de autoayuda, en el cual comprendí y esta vez en serio lo que había
hecho, de que forma me había dañado y como había afectado a
quienes me rodeaban.
Pasados cuatro años aquí
estoy recuperado, habiendo aprendido que el envase es tan sólo eso,
que lo realmente importante es mi interior, mi alma, que si alguien
no me acepta por mi apariencia es porque no es mas que un integrante
de esa masa que se dejó convencer por una imagen. Hace dos años,
esa chica del secundario a quien traté de conquistar, me llamó
después de leer el libro que yo escribí, y al día siguiente nos
vimos, y aunque yo había vuelto a ser gordito, me convertí en una
persona feliz con mi interior, ¿y saben que?, en dos meses nos
casamos.
Sí soy gordo, ¿y que?,
insulto tu mirada, si es así no tenés porque mirarme, gracias a
Dios hoy he vuelto a ser yo nuevamente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario