viernes, 26 de junio de 2015

La moda que mata


Sí soy gordo, y con eso, ¿que problema hay?, ¿insulto tu mirada por serlo?, si es así no tenés porque mirarme, esos fueron mis pensamientos durante mucho tiempo, pero al llegar a la secundaria, todo comenzó a cambiar, porque saliendo de los problemas de mi casa empecé a tenerlos en el colegio, recuerdo que me sentí atraído por una chica y al acercarme fui rechazado por estar fuera de los cánones impuestos por la sociedad sobre lo que es una persona linda. Luego de ese rechazo caí en un severo poso depresivo, comencé a evitar el acercarme a la gente, ya que me consideraba menos. Y de a poco perdí interés por la comida, comencé a adelgazar, y aun así seguía sin acercarme, poniendo como pretexto frente a mi timidez, mi gordura. Día a día podía ver en televisión, gente flaca, avisos publicitarios en los que el éxito pasaba por la belleza física. Y así me convencí de que lo mas importante era el envase, y me envolví en una lucha contra mi propio cuerpo, todo esto denotaba una falta de autoestima absoluta, me había dejado llevar por las masas. De modo que mi plan era ser mejor, me pasaba todo el día haciendo ejercicio, y como generalmente comía en mi cuarto, y ya no podía seguir sin comer ante los ojos de mis padres, comencé a llevarme una bolsita donde ponía la comida para después tirarla en la calle. Los tenía engañados, no iban a poder contra mis ansias de entrar en la sociedad, y sí, comencé a adelgazar, pero de todos modos me seguía viendo gordo. Al tiempo, luego de los ataques de aceleración, mis estados de ánimo se empezaron a hacer cambiantes, mi vida jugaba entre la depresión y la histeria, mi sentido común se había ido al tacho y todo me costaba más, pero no era consiente. Al tiempo, mi cuerpo estaba realmente venido abajo, mi pelo comenzó a caerse, y mis padres advirtieron que algo andaba mal.

Un día, en el colegio me desmayé, días después, desperté en una cama de hospital con un cuadro severo de anemia, estaba 20 kilos por debajo de mi peso, y contra mi voluntad me metieron en una prisión donde nada me permitían hacer, era una tortura estaban todos en mi contra, no deseaban mi bien, me hacían comer, y no me dejaban hacer deporte. ¿Qué había hecho yo para merecer esto?, tenía que escapar, y lo hice, pero en la calle volví a desmayarme y me encontraron, encerrándome una vez más, manteniéndome sedado. Y así, sufrí y sufrí por lo que me estaban haciendo, no quería ver a mis padres, no quería ver a nadie, no me permitían tener espejos, pero yo sabía que me estaban engordando, de modo que encontré la forma de defenderme, luego de comer iba y vomitaba, cosa que no duró porque cuando se enterraron, terminaron atándome. Ahí no me quedó otra que comer, y de apoco mi cuerpo se fue restableciendo, y con él mi mente, cuando salí de la internación comencé a asistir a un grupo de autoayuda, en el cual comprendí y esta vez en serio lo que había hecho, de que forma me había dañado y como había afectado a quienes me rodeaban.

Pasados cuatro años aquí estoy recuperado, habiendo aprendido que el envase es tan sólo eso, que lo realmente importante es mi interior, mi alma, que si alguien no me acepta por mi apariencia es porque no es mas que un integrante de esa masa que se dejó convencer por una imagen. Hace dos años, esa chica del secundario a quien traté de conquistar, me llamó después de leer el libro que yo escribí, y al día siguiente nos vimos, y aunque yo había vuelto a ser gordito, me convertí en una persona feliz con mi interior, ¿y saben que?, en dos meses nos casamos.

Sí soy gordo, ¿y que?, insulto tu mirada, si es así no tenés porque mirarme, gracias a Dios hoy he vuelto a ser yo nuevamente.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario